sábado, 17 de noviembre de 2012

Hace mucho que te quiero.


El príncipe caminaba lentamente por el bosque. Su hermoso caballo avanzaba silencioso y sus cascos no hacían el menor ruido sobre la yerba. Las ramas se apartaban milagrosamente a su paso. El cielo empezaba a tomar el color de las rosas ¿llegaré a tiempo? Se preguntaba el príncipe, recordaba lo que le dijo el mago “la noche es tu única enemiga, cuando arroje su manta de tiniebla sobre el mundo y ya no puedas distinguir la sombra de un perro de la de un lobo, sabrás que es demasiado tarde y habrás perdido a tu bella dama para siempre, si la amas apresúrate”.


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