A veces te paras a pensar en todo lo que cambiaste y lo que cambia tu vida. Desde que eres pequeña y tienes tu primer "novio", después cuando la cosa se vuelve más seria y tienes ese niño que te gusta en el colegio, y luego llegas al instituto. Gente nueva, cosas nuevas, y te olvidas de todo lo anterior o de casi todo, es como empezar de nuevo. El primer día ya te fijas en ese chico que te gustará, pero que al final nada, después te fijas en un montón más y los clasificas según tus gustos, más tarde un segundo, un tercero y cuando llegas al cuarto te parece el definitivo, el que dices que si que te gusta de verdad y que le quieres, pero después de un tiempo te das cuenta de que pierdes el tiempo enamorada de alguien que no te corresponde y también te llevas miles de decepciones y desilusiones y te planteas olvidar. Te das tiempo, algún que otro rollo y después pareces estar indecisa: uno, otro, otros... Y no sabes que pasa, porque ni te entiendes tu misma, ni lo entiendes.
Y después de todo eso te das cuenta de que lo mejor es vivir el momento, de decir que lo que tenga que pasar que pase, que la vida es así, que lo mejor está por llegar, los mejores chicos y los mejores amores, y que los de verdad surgen por casualidad, y serán los que te ilusionen y con los que sientes que vas a ser feliz porque él te va a hacer feliz, los que te sorprendan cada día, los que te digan te quiero al oído, los que con una mirada o una sonrisa son capaces de decirte todo, con los que jamás te imaginaste que pasaría eso, con los que por casualidad o no tanta te encuentras un día y después de unos cuantos empiezan diciéndote hola y acaban después de un tiempo con un te quiero, los que te animan a levantarte cada día, lo que te ayudan a seguir en pie y a continuar tu vida, los que te llenan, los que ves cada día por la mañana y que te duermes con ellos, esos son los de verdad, no serán para siempre, pero tu esperas que lo sean, porque es lo mejor que tienes y lo que más quieres.